El Opus Dei como revelacion divina by Ebe

autor:Ebe
La lengua: spa
Format: mobi

Parábola del hijo pródigo

«Yo he tenido que enjugar muchas lágrimas de personas que se han perdido por no hablar a tiempo. A los quince días están asqueados, vienen llorando, arrepentidos. No conozco a ninguno que sea feliz».[588]

¿Asqueados de qué? Es fácil asociar aquí la parábola del hijo pródigo, aquél que «malgastó sus bienes en una vida licenciosa» (Lc 15, 11) y terminó cuidando cerdos para tener de qué vivir, hasta que al poco tiempo volvió a la casa del padre. La gran diferencia, entre la teología de Escrivá y el Evangelio, es cómo termina la historia: Escrivá dirá que “esos pobrecitos ya no tienen remedio” (meditación “El licor de la sabiduría”, junio 1972), mientras que el Evangelio trasmite un mensaje de redención y misericordia. Escrivá transmite un cierto rencor e impiedad, hacia quienes dejan el Opus Dei: son irredimibles.

Conclusión: todo aquél que se va del Opus Dei, está motivado por algún tipo de vida licenciosa y nunca va a ser feliz (recordemos “el rejalgar” que le espera), a tal punto que mejor es desear la muerte antes de abandonar la Prelatura[589]. Veamos otro texto del fundador:

«Cuando algún hijo mío se ha perdido, ha sido siempre por falta de sinceridad o porque le ha parecido anticuado el decálogo. Y que no me venga con otras razones, porque no son verdad».[590]

No es difícil deducir que, nuevamente, se está refiriendo sobre todo a una vida “licenciosa”. Para Escrivá, no hay modo de irse del Opus Dei por legítimas razones: siempre ha de haber algún pecado oculto, de lujuria generalmente, por lo cual todo “debe” terminar en “asco e infelicidad”. Qué imágenes tan oscuras transmitía Escrivá.

Si lo dijo el fundador, no se debe poner en duda. Por eso, los directores suelen explicar la salida de muchos miembros célibes (varones, para el caso) como “un asunto de polleras”, cosa que a veces es cierto y en general no lo es. La mayoría se marcha a causa del daño, esa es la realidad, que se quiere encubrir debajo de la excusa de “polleras”.

Además, habría que ver cuántos casos “de polleras” no son en realidad casos de decepción: la búsqueda de un amor afuera de la organización no pocas veces tiene que ver con la ausencia, con el vacío que descubren dentro del Opus Dei. El otro tema, acertadamente señalado en un artículo de Opuslibros[591], es la imposición indiscriminada del celibato a laicos que, de suyo, no están llamados a vivirlo. El problema, entonces, no sería ni lo anticuado del decálogo ni la vida licenciosa, sino la irresponsabilidad de imponer el celibato sin pensarlo seriamente. Como sucede en otros casos, aquí Escrivá pareciera proyectar en los demás culpas que son más bien propias.

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